Si no sabes de dónde vienes no sabes a dónde vas. No sé quién lo dijo, pero lo siento así. Si borras todo lo que has sido y sólo te importa el presente, no sabes quién eres. Yo soy de una generación que huyó como de la peste de modas; primero el pop insulso de finales de los años 80, luego el bakalao... Cuando tenías 15 años si no sonaba una guitarra eléctrica, torcías el morro. Si además de sonar esa guitarra cantaban en castellano parte de tus frustraciones y fantasías mitómanas de la noche, pues mejor. Hoy tengo la suerte de apreciar muchas más cosas, pero hay que volver la vista atrás. No sólo por filosofía, sino por simple vicio. Txarrena es volver a esos sonidos, a esas guitarras, a esas letras, a esos mitos de la noche, a la actitud, a los personajes de la historia del rock en España, a la patria en que creciste, que tiene poco de banderas y mucho de sensaciones compartidas con muchos compatriotas del rock de los Extremoduro, Platero y Tú, Rosendo, Barricada…
Txarrena (“lo peor” en euskera) es la banda que el mítico El Drogas, cantante y bajista de Barricada, utiliza para expresarse y seguir viviendo el rock cuando Barricada está parada demasiado tiempo. Hace casi veinte años sacó un disco y este 2011 ha parido el segundo, “Azulejo Frío” (febrero 2011). Un disco de los de toda la vida, sin ningún bombazo comercial, con el sonido del rock urbano de toda la vida, pero con alguna canción notable como la canción que da nombre al disco. Sobre todo un disco que ofrece la oportunidad de volver a ver al Drogas en acción. Porque Txarrena, fundamentalmente, es una banda de rock de asfalto y escenario.
El Drogas, alias de Enrique Villareal (Pamplona, 1951), ha vivido mucho, ha cantado mucho y ha tocado mucho. Con su aspecto de pirata de bar, ese pañuelo y ese bastón, su voz ronca… he tenido la oportunidad de contemplar el efecto que produce en un escenario entre las personas que, ignorantes de lo que les espera, lo ven por primera vez; “da miedo”, creo que dijeron. Sin embargo no. No da miedo, sencillamente apabulla con su presencia. Y cuando se baja del escenario y lees entrevistas o le ves por la tele, descubres que la edad y la vida vivida lo ha convertido en un bonachón que desprende buen rollo. Alguien fiel a lo que es y ha sido, pero flexible y con la sabiduría que no dan los libros. Que piensa que para un rockero como él, crítico toda la vida, le resulta "difícil y complejo", saber realmente dónde está el origen de todo lo que no le gusta. Con los pies en el suelo, Txarrena ensaya cuando los otros componentes de la banda salen de trabajar (curiosa la aportación del cantante de Koma, Brigi, a la batería). Con una visión del rock como algo que debería de ser “cooperativista”, solidario, comunicación… Una referencia de lo que nos gustaba y siempre nos gustará. Aunque sólo sea por identidad.
Página oficial de Txarrena
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