Eran demasiado modernos cuando los rockeros de este país se negaban a escuchar otra cosa que no sonara a las bandas de los 80 y sus imitadores. Eran demasiado clásicos para los típicos, genuinos y exclusivos gafapastas. Eran unos pioneros. Solos ante el peligro. Cantando en inglés además… buff… Eran alternativos pero eran clásicos. No les pilló la ola, nunca vendieron y no lo harán nunca. Pasaron por mi tierna juventud desapercibidos precisamente porque nunca tuve demasiados conocidos gafapastas y porque los demás con los que compartía bares, casettes y algún que otro CD se sabían de memoria casi todas las canciones de Los Suaves y Barricada. Para qué más… Y lo cierto es que Sex Museum siguen. Es más… sobreviven. Más aún… muestran orgullo de veteranos. Como un boxeador viejo que nunca ha sido campeón pero que exige un respeto porque aún te puede amargar la vida. Sex Museum demuestran en “Again & Again” que están preparados para subir al cuadrilátero a enfrentarse con cualquier jovencito que con tres canciones farda de estrella del rock.
Mea culpa… Nunca los he visto en directo, yo no soy un escogido de sus seguidores que contra viento y marea, contra modas y épocas, han seguido al grupo desde que se fundó allá por 1985. Nacidos en el barrio de Malasaña, cuna de la “Movida” y quizá el barrio más creativo y rockero de Madrid. Entonces los hermanos Pardo y compañía hacían más blues y soul y hoy, más viejos, no son más suaves. Hacen rock de influencia setentera más garage, más hard. Y en los conciertos cuentan las crónicas que dan su verdadera talla, pura bomba de rock and roll, Nada de poses, se dejan la piel en cada actuación. Son banda de culto, underground, que pueden tocar en locales de cierta entidad en Alemania y que en España nos da vergüenza a algunos reconocer que empezamos a valorarlos cuando llevan miles de kilómetros de carretera, cientos de conciertos (muchos en mi ciudad, seguro) y más de diez discos después. Entre My Morning Jacket y Sex Museum debo confesar que he pecado; estaban ahí, lo sabía, y los dejé pasar.
En “Again & Again” (“Otra vez y otra vez”, enero 2011) vuelcan sus años de experiencia y de proyectos musicales paralelos (como Los Coronas, casi más exitosos hoy que la banda matriz) y demuestran una cultura rockera que va desde el tex-mex hasta el hard rock, con un órgano Hammond que lleva casi la delantera a las guitarras y que en directo debe ser la caña. Afirman abiertamente que han llegado a ser humillados en casas de discos. Que aún así han rechazado ofertas que consideraban esclavizantes. Que crecieron siendo punk-rockers y que “con el tiempo nos hemos transformado en una visión garajera un poco agresiva y con ambiente psicodélico”.
“Can you stand my love?” (“¿Puedes aguantar mi amor?”) me recuerda músicas pasadas, tiene ecos de toda la historia del más puro rock and roll. ¿Puedes aguantar mi amor?, con ese tono rockero desafiante, el tono rockero de toda la vida, no es una súplica, no es una pregunta, no es una duda… Es un desafío… que se presenta difícil para la que tenga que lidiar con semejante torbellino. Dan ganas de cantarlo, de tararearlo, gritarlo… de que comience una y otra vez. De que más grupos vuelvan al Hammond. Es para mí el mejor tema de uno de los mejores discos del año.
Totalmente de acuerdo. El caso de Sex Museum me recuerda al de Héroes del Silencio; considerados por muchos como demasiado heavys para hacer pop, demasiado poperos para ser rockeros, pero aún así; banda grandiosa.
ResponderEliminarA Sex Museum le habrá pasado lo mismo, y es que esta escena musical nuestra es demasiado dogmática. Saludos, estupenda entrada!
Me parece una crónica muy honesta y la suerte que tenemos toda esta generación es que tenemos a un grupazo de los grandes con los que crecer, el que aun sabiéndolo no vaya a verlos y recupere el tiempo perdido es que además no tiene sangre.
ResponderEliminarNo hay grupo en el mundo que tenga un directo como Sex Museum. ¡Larga vida!
Me parece muy bueno el símil pugilistico con Sex Museum. Nunca ganarán nada, pero son unos perfectos fajadores. Con la edad cada vez valoro mas estas historias de perdedores y orgullosos tan reales, bravo Sex Museum.
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