Como bien han dicho en muchos sitios, el nuevo disco de Arctic Monkeys no es rock facilón que te anime como cuando te ponías delante del espejo antes de salir el viernes por la noche cuando tenías veinte años. Y con el tiempo todos nos damos cuenta que hay discos que entran a la primera y en un par de escuchas se han quedado viejos. Así que, varias semanas después, estoy disfrutando con lo nuevo de Arctic Monkeys como debiera.
Este cuarteto proveniente del típico barrio postindustrial británico, más concreto de la ciudad de Sheffield, se formó cuando aún no sabían tocar y eran unos adolescentes. Cuatro años después, y tras haber colgado en Internet multitud de maquetas, debutaban con un gran disco (“Whatever People Say I Am, That´s What I´m Not”, 2006) que vendía más de un millón de copias sólo en su país de origen. Y apenas tenían 20-21 años. Eran un nuevo grupo que hacía buen rock alternativo reinterpretando todo lo que les había gustado desde niños; la larga trayectoria británica desde los Beatles hasta el brit pop de Oasis y Blur con algún parón en el punk de The Clash, y los aportes neoyorkinos de los Strokes o ese modo de mezclar el rap y el rock de los Beastie Boys… Con sus melodías de regusto sesentero, la especial forma de cantar de Alex Turner, su toque psicodélico, su tratamiento irónico y crítico de su realidad cotidiana, las guitarras pesadas o muy vibrantes… un no se qué diferente… El caso es que es uno de los grupos rock más conocidos en Reino Unido y fuera de él.
“Suck it and See” (junio 2011) parece que sigue la línea más reposada y menos vitalista del anterior disco de los Arctic Monkeys (“Humbug”), y que se van alejando de ese rock que hacía que se fueran los pies de sus inicios. En cualquier caso, esta evolución quizá sea menos comercial para el gran público que llegó a disfrutar de temas como su “I Bet You Look Good on the Dancefloor”, pero a mí me parece su disco digno candidato a mejor disco de la primera mitad de año. “Don´t Sit Down´ cause I´ve Moved Your Chair”, no sólo es un tema con un título rimbombante. Es una bomba de rock psicodélico que para algunos no es de lo mejor del disco, acusándolo de aburrido, repetitivo y con trucos baratos como los coros tipo “ohhhh”. Es curioso, la crítica especializada pide el cielo a grupos como Strokes o los Arctic Monkeys y se bajan los pantalones frente a cualquier debutante “cool”. El comienzo guitarrero clásico y la primera estrofa pronostican un temazo que es cierto que no consigue subir más… pero que no baja en ningún momento. La letra es brillante, ácida, crítica… y lo curioso es que no sabes contra quién va dirigida; “baila la Macarena en la guarida del diablo… pero no te sientes porque te he movido la silla”. Mover la silla… ¿desasosegar al acomodado?, ¿meter el dedo en el ojo?, ¿quitar la careta al enmascarado?, ¿tocar al intocable?, ¿mirar a los ojos al que no está acostumbrado a que le canten las verdades? Lo que es seguro es que escuchas la canción y sabes que a tí también te habría gustado moverle la silla.
¿Qué te ha parecido?
No hay comentarios:
Publicar un comentario