Howler son otra de las revelaciones del año. Al igual que Kadavar no hacen nada nuevo, ni siquiera en la forma en que mezclan los ingredientes ya conocidos, aunque tienen más suerte. Si el hard rock alguien ha decidido que no está de moda, siendo malo quizá porque las barbas y las melenas quedarían muy poco estilosas con las gafas de pasta, el rock acelerado de regusto garagero y surf aún sobreviven a los gurús. Aún no quedas del todo mal si después de ver la película uzbeka en versión original en tu coche suena algo como Howler. Si se cuela Kadavar, qué decir de Extremoduro que además es número uno de ventas cada vez que publican algo… pasa rápido de canción o tus nuevos amigos modernos no te ajuntarán más. Y Howler tienen la suerte de meter en la coctelera de su disco debut “America Give Up” (junio, 2012) las influencias que a muchísima gente nos hace hervir la sangre; The Strokes, Ramones, The Vaccines.
El quinteto usa la fórmula tan manida de un modo divertido. Joder,
que con tanta manifestación, rabia, gente agobiada a tu alrededor, mal gusto y
mala baba, resignación, miedo, mentiras gubernativas, desinformación, etc, etc,
desear diversión es lo más necesario del mundo. Dosis de tregua, por Dios, si
no para los malos, que no descansan nunca como dijo Bob Marley, si al menos
para nosotros mismos. Pues eso, ellos intentan como muchos otros, ser
divertidos, pero lo consiguen. Y lo divertido, cuando es de verdad, no es tan
efímero como el amor eterno, así que lo que sorprende de Howler es que duran y
no pierden su sabor rápidamente como aquellos chicles de los 80 que después de
tres mascadas no sabían a nada… (¿Goomer creo que se llamaban?)…
Son unos chavales de Mimesota y podrían ser de California
porque a veces también suenan a Beach Boys. Ninguna canción me parece
sobresaliente, pero son casi todas tan de notable alto que tenía que escoger
algo de Howler para sentir más calor en Navidad, que es época para sudar de
candor sin miedo, por la cuenta que nos trae. “America” fue el tema que hace un
par de semanas muy a menudo, mientras en la tele contaban que en Estados Unidos
otro desquiciado expulsado del paraíso se vengaba del mundo asesinando a veinte
niños y seis profesoras. La música no amansa a las fieras, porque por ejemplo,
Hitler bien que disfrutaba de Wagner, pero música como “America” y el disco de
Howler bien deberían administrarse por vía intravenosa a toda la población
expuesta a grandes dosis de tristeza, soledad y frustración. Sobre todo si
pueden comprar un rifle de asalto en el supermercado o robárselo a sus
respetables protegitores. Quizá tuviera efectos terapéuticos. El estribillo que
se repite en esta canción hoy tiene un sentido para mí seguramente muy
diferente al intencionado; “cariño… ya
pasó”.
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